El Parlamento que se constituirá dentro de tres semanas no lo tendrá fácil tras la fragmentación –y enfrentamiento- en que los ciudadanos han colocado a las nueve formaciones que han entrado en el Congreso.
Patriotismo para posibilitar el Gobierno
Más allá del patriotismo y la altura de miras esgrimidos por los principales partidos, la falta de una mayoría absoluta clara colocara al nuevo Gobierno en una tesitura más que difícil para acometer la urgente tarea de consolidar la economía y restañar la grave brecha social abierta en España desde hace años.
La obligación de dar el primer paso la tiene, sin duda, el PP en tanto que partido ganador de las elecciones. Es lo que quería su candidato que lleva meses pregonando que el nuevo ejecutivo deberá tomar posesión antes de agosto. El problema es la encrucijada en que la aritmética ha situado a la formación más votada, como exigía Mariano Rajoy, para formar el gobierno estable que vienen requiriendo incluso las instituciones de Bruselas.
De la gran coalición, al Gobierno posible
Descartada la ‘gran coalición’ -por razones que no es preciso explicar-, el único aliado natural capaz de intentar un gobierno de centro derecha no es otro que Ciudadanos, cuyo líder no ha olvidado el insulto, maltrato y desprecio con que el propio Rajoy obsequio durante toda la campaña a su formación. Pese a ello, Albert Rivera ha evitado hablar de forma expresa de veto a Rajoy y sí de negociación -«nunca ha salido la palabra veto de mi boca»-, aunque el acuerdo lo liga a otros partidos como el PSOE, que a su vez no contempla apoyar al PP ni la abstención.
Si como parece, las líneas rojas acaban desapareciendo para que Rajoy sume un ejecutivo de emergencia con C’s, mas los escaños de PNV y Coalición Canaria (137+32+5+1), quedara todavía a un diputado (175) de la necesaria mayoría absoluta para tener estabilidad.
Enfrente tendría, durante toda una legislatura, el bloque de izquierda e independentista (U-PODEMOS, ERC, CDC, EH-BILDU) capaz de paralizar y rechazar la acción de gobierno si suma el concurso del PSOE (176).
¿Legislatura corta?
Pocos dudan que la duodécima legislatura democrática puede dividirse a la mitad con esa mayoría absoluta (176 escaños) enfrentada al Partido Popular, cuya táctica será exigir acuerdos más que puntuales para aprobar reformas a la carta y otras medidas que el país necesita con urgencia: presupuestos, reajuste del déficit, sostenimiento de las pensiones, etc. Tampoco son descartables la reforma electoral, que tan tocado ha dejado al partido de Rivera, ni la de la propia Constitución que reclaman tanto el PSOE como Podemos.
El líder socialista, Pero Sánchez, ha conseguido librarse del sorpasso y hasta del ‘sarpaso andaluz’ con que le llegó a amenazar su correligionaria Susana Díaz. En adelante, deberá emplearse en aclarar el tipo de acuerdo a realizar para defender las líneas principales de su programa del cambio y, lo que es más prioritario, remediar la grave situación en que se encuentran los ciudadanos más necesitados y vituperados del país.
Pablo Iglesias, por su parte, tendrá que re-aprender las nuevas estrategias del arte de la política –le recomiendo las Tácticas parlamentarias, de Jeremy Bentham– y explicar a su vez cómo no vio venir la fantasmagórica perdida del millón de votos que pretendía sumar junto a Izquierda Unida, más allá de la irresponsable ceguera de las empresas de opinión para afinar la voluntad de los ciudadanos que cambiaron su voto de manera estruendosa.
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