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15 J 1977. TODO POR HACER

CONGRESO GOBIERNO UCD 1977-COLLAGE VOTO SUAREZ FELIPE CARRILLO--1600x900

Hace 40 años, en España en que estaba prohibido el derecho de votar, los partidos perseguidos y vetados, los ciudadanos no podían  manifestarse y proscrito el derecho de reunión.

El franquismo cerraba los periódicos, censuraba libros y películas, encarcelaba y torturaba a  los “disidentes” y aplicaba la ley de vagos y maleantes  a vagabundos y  homosexuales a quienes perseguía sin cuartel. En la España de los 70 los ciudadanos no pagaban impuestos ni existían las autopistas, la despenalización del adulterio estaba por llegar, igual que  la emancipación y la igualdad de la mujer que aun necesitaba autorización marital para el ejercicio de los derechos laborales.

Apenas cuatro décadas atrás, en nuestro país había pena de muerte, abortar era delito, divorciarse ilegal, los sindicatos estaban perseguidos y hasta defender ideas europeizantes era considerado una traición al régimen imperante  que durante mucho tiempo cerceno la democracia, la libertad de movimientos y de expresión.  Por no haber, en 1977 ni existían las comunidades autónomas, los ayuntamientos democráticos, las televisiones y universidades privadas, mientras que la libertad religiosa o de enseñanza brillaba por su ausencia.

Tras la muerte de Franco, en 1975,  todavía hubo que esperar para despenalizar los anticonceptivos o la blasfemia, castigar  el tráfico de influencias, construir autopistas y autovías, ferrocarriles de alta velocidad  o suprimir el servicio militar.

Todo esto, y mucho más, hubieron de levantar varias generaciones ilusionadas, frustradas durante décadas, a la que el matonismo de ultraderecha, el golpismo militar o el terrorismo etarra y del Grapo a punto estuvieron de truncar las esperanzas de vertebrar un nuevo país bautizado LIBERTAD. La misma libertad sin miedo, sin ira y sin rencor, que pregonaron por calles y plazas millones de ciudadanos ilusionados que tarareaban la canción del grupo musical JARCHA por todo el país, cual nuevo himno de la Transición.

Contra aquel cumulo de imposiciones irracionales lucharon miles de personas anónimas, todo un pueblo esperanzado tras quitarse el yugo de la opresión y la clandestinidad  con el empuje  de erradicar el periodo más tenebroso y oscuro del siglo XX.

Solo así consiguió fructificar la denominada restauración democrática. La misma que concluyo con una Transición ejemplar, estudiada por Gobiernos, universidades y centros de poder en muchas partes del mundo.

Suarez y la nueva Constitución

Las elecciones fueron convocadas por el presidente Suárez el miércoles 15 de junio de 1977. Se elegirían unas Cortes Constituyentes para legislar una nueva constitución y demoler el antiguo sistema franquista que había regido las instituciones desde 1939. Fueron las primeras elecciones desde la Guerra Civil. La coalición Unión de Centro Democrático (UCD), liderada por Adolfo Suárez, fue la candidatura más votada y la encargada de formar gobierno. A partir de ese momento comenzó el proceso de re-construcción de la democracia. El 6 de diciembre de 1978 se ratificó en referéndum la Carta Magna española, que entró en vigor el 29 de diciembre.

La participación fue del 78,83%, muy por encima del 68,04% de las elecciones de 1979. UCD consiguió más de 6 millones de votos (165 escaños), seguido del PSOE con cinco millones (118 escaños). El PCE con 1.7 millones y  20 escaños supero a Alianza Popular con 13 ex ministros de Franco y 16 diputados. Tras ellos se situaron PSP, democristianos, nacionalistas vascos y catalanes y Esquerra de Catalunya.

Entre los diputados del nuevo parlamento democrático figuraban Felipe González, Fernando Álvarez de Miranda, Federico Mayor Zaragoza, Alfonso Guerra, Enrique Tierno Galván, Joaquín Ruiz Jiménez, ramón Tamames o Jordi Pujol, junto a otras figuras recién llegadas del exilio como Santiago Carrillo, Dolores Ibárruri (la Pasionaria), el poeta Rafael Alberti, el vasco  Juan de Ajuriaguerra y el catalán Heribert Barrera.

15 J 1977. TODO POR HACER

1977-COLLAGE VOTO SUAREZ FELIPE CARRILLO--1600x900 CONGRESO GOBIERNO UCD

Hace 40 años, en España en que estaba prohibido el derecho de votar, los partidos perseguidos y vetados, los ciudadanos no podían  manifestarse y proscrito el derecho de reunión.

El franquismo cerraba los periódicos, censuraba libros y películas, encarcelaba y torturaba a  los “disidentes” y aplicaba la ley de vagos y maleantes  a vagabundos y  homosexuales a quienes perseguía sin cuartel. En la España de los 70 los ciudadanos no pagaban impuestos ni existían las autopistas, la despenalización del adulterio estaba por llegar, igual que  la emancipación y la igualdad de la mujer que aun necesitaba autorización marital para el ejercicio de los derechos laborales.

Apenas cuatro décadas atrás, en nuestro país había pena de muerte, abortar era delito, divorciarse ilegal, los sindicatos estaban perseguidos y hasta defender ideas europeizantes era considerado una traición al régimen imperante  que durante mucho tiempo cerceno la democracia, la libertad de movimientos y de expresión.  Por no haber, en 1977 ni existían las comunidades autónomas, los ayuntamientos democráticos, las televisiones y universidades privadas, mientras que la libertad religiosa o de enseñanza brillaba por su ausencia.

Tras la muerte de Franco, en 1975,  todavía hubo que esperar para despenalizar los anticonceptivos o la blasfemia, castigar  el tráfico de influencias, construir autopistas y autovías, ferrocarriles de alta velocidad  o suprimir el servicio militar.

Todo esto, y mucho más, hubieron de levantar varias generaciones ilusionadas, frustradas durante décadas, a la que el matonismo de ultraderecha, el golpismo militar o el terrorismo etarra y del Grapo a punto estuvieron de truncar las esperanzas de vertebrar un nuevo país bautizado LIBERTAD. La misma libertad sin miedo, sin ira y sin rencor, que pregonaron por calles y plazas millones de ciudadanos ilusionados que tarareaban la canción del grupo musical JARCHA por todo el país, cual nuevo himno de la Transición.

Contra aquel cumulo de imposiciones irracionales lucharon miles de personas anónimas, todo un pueblo esperanzado tras quitarse el yugo de la opresión y la clandestinidad  con el empuje  de erradicar el periodo más tenebroso y oscuro del siglo XX.

Solo así consiguió fructificar la denominada restauración democrática. La misma que concluyo con una Transición ejemplar, estudiada por Gobiernos, universidades y centros de poder en muchas partes del mundo.

Suarez y la nueva Constitución

Las elecciones fueron convocadas por el presidente Suárez el miércoles 15 de junio de 1977. Se elegirían unas Cortes Constituyentes para legislar una nueva constitución y demoler el antiguo sistema franquista que había regido las instituciones desde 1939. Fueron las primeras elecciones desde la Guerra Civil. La coalición Unión de Centro Democrático (UCD), liderada por Adolfo Suárez, fue la candidatura más votada y la encargada de formar gobierno. A partir de ese momento comenzó el proceso de re-construcción de la democracia. El 6 de diciembre de 1978 se ratificó en referéndum la Carta Magna española, que entró en vigor el 29 de diciembre.

La participación fue del 78,83%, muy por encima del 68,04% de las elecciones de 1979. UCD consiguió más de 6 millones de votos (165 escaños), seguido del PSOE con cinco millones (118 escaños). El PCE con 1.7 millones y  20 escaños supero a Alianza Popular con 13 ex ministros de Franco y 16 diputados. Tras ellos se situaron PSP, democristianos, nacionalistas vascos y catalanes y Esquerra de Catalunya.

Entre los diputados del nuevo parlamento democrático figuraban Felipe González, Landelino Lavilla, Fernando Álvarez de Miranda, Federico Mayor Zaragoza, Alfonso Guerra, Enrique Tierno Galván, Joaquín Ruiz Jiménez, Ramón Tamames o Jordi Pujol, junto a otras figuras recién llegadas del exilio como Santiago Carrillo, Dolores Ibárruri (la Pasionaria), el poeta Rafael Alberti, el vasco  Juan de Ajuriaguerra y el catalán Heribert Barrera.

 

Horror generacional

 japon

Hay noticias no por desconocidas menos alarmantes. Muchos ancianos japoneses han comenzado a delinquir con objeto de entrar en la cárcel y ser atendidos por el Estado, o  al menos, poder comer. Su desesperación es proporcional a la pobreza en que se encuentra la población más envejecida del mundo -35 millones de ciudadanos con más de 65 años-,  que a los 70, 80 o 90 no pueden ser atendidos por el gobierno pese a cobrar pensiones que no llegan a 800 euros.

Desde 2013, las cifras de delincuencia senil en algunas ciudades ha superado a las infracciones de los jóvenes que como en otros países occidentales, sigue pasando de toda una generación que ya consume más pañales que la de todos los nuevos bebes. Cada día que pasa, el país más envejecido y longevo del orbe (65.000 centenarios) tiene a su vez el menor índice de natalidad -1,3%- lo que conlleva un aumento del gasto en pensiones y unos costes sanitarios difíciles de asumir por parte de la decreciente clase trabajadora.

Darse prisa en morir

Un panorama tan desgarrador no se soluciona con argumentos tan sórdidos como el del vice-primer ministro de Economía nipón, que ha llegado a asegurar que el problema de los enormes gastos de la tercera edad tan solo se resolverá cuando se incite a los ancianos a “darse prisa en morir”. Tal incapacidad para la gestión pública y falta de humanidad solo es comparable a la de otro antiguo responsable de la sanidad en Alemania que llegó a justificar la escasa calidad de las prótesis quirúrgicas implantadas a los ancianos por la corta vida del paciente.

El pleno siglo XXI, el futuro de las naciones no se mide ya solo en términos de crecimiento o riqueza, sino también por el índice de bienestar de su población, lo que el programa  de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) denomina Índice de desarrollo humano (IDH) como indicador de los logros obtenidos en las dimensiones fundamentales como la adquisición de conocimientos, la consecución de una vida larga y saludable y disfrutar de un nivel de vida digno.

La dignidad de la población no solo incluye un  mínimo de bienestar y disfrute de los viejos en  sus últimos años. Afecta también a los niños, a los jóvenes y a otros sectores generacionales que la mayor crisis económica y financiera del último siglo ha truncado en su presente y puesto en claro riesgo su futuro.

España: Aviso a navegantes (o las barbas a remojar) 

En apenas 30 años, España tendrá más jubilados que trabajadores, según la última proyección de pirámide poblacional actualizada por el INE. Nuestro país tiene hoy casi 2,5 empleados por persona mayor de 67 años, a partir de 2046 habrá menos de uno. El número de jubilados se multiplicará por dos en este periodo.

Los datos reflejan a la perfección el tamaño del problema. Cada trabajador tendrá que sostener no solo a su familia sino también a un jubilado, lo que significa que la carga en términos de pensiones se multiplicará por dos en menos de 30 años. En concreto, las personas en edad de trabajar superan los 31,5 millones, mientras que los mayores con 68 años o más son casi 8 millones.

La Seguridad Social entre tanto sufre el mayor déficit de su historia, en 2016 registró una desviación de más de un punto y medio porcentual (1,62%), lo que supone un quebranto de más de 18.000 millones. No hace falta ser un genio para constatar que desde hace nueve años la enorme precariedad, junto a los empleos creados, no aporta lo suficiente en forma de cotizaciones sociales para mantener un sistema en el que los nuevos pensionistas tienen derecho a mayores retribuciones.

En consecuencia, el Fondo de Reserva está ya cerca de agotarse de manera total y los poco más de 15.000 millones con los que cuenta apenas tiene capacidad para hacer frente a la paga extra del próximo verano.

Parlamento y Gobierno, al quite

En la búsqueda de soluciones se afana desde hace meses el Congreso de los Diputados a través de su Comisión del Pacto de Toledo, el único órgano donde la unanimidad de los partidos está de acuerdo en buscar fuentes de financiación o qué pensiones deben pagarse con impuestos y qué cotizaciones dedicarse a políticas de empleo. Todo para evitar el saqueo de la famosa hucha en tiempos de turbulencia.

Uno de los mayores expertos, Octavio Granado,  lo decía bien claro hace poco: Sólo cuando garanticemos mayores ingresos, podremos asumir mantener el poder adquisitivo de los pensionistas Naturalmente es necesario más empleo, pero “con salarios de 500 € no vamos a pagar pensiones de 1.400, a no ser que creemos un millón de empleos todos los años”.

El ministro de Hacienda, entre tanto, trata de calmar los ánimos al asegurar  que el déficit es «asumible» por el conjunto de la Administración y en su caso por la recaudación récord del Estado prevista para este año. Palabra de Montoro aunque la solución solo sea coyuntural.

Como ganar la guerra sin disparar

onu b  iputin trump

El pasado siglo XX las guerras se ganaban disparando misiles o disuadiendo con armamento nuclear. Las mayores potencias de la humanidad hubieron de resolver no pocos conflictos armados hasta los dientes y, aun así, tuvieron su propio Waterloo. Estados Unidos en Vietnam y la Unión Soviética en Afganistán. Ambas superpotencias enseñoreaban sus arsenales como si fueran atributos propios, hasta que fingieron su destrucción.

Ni misiles, ni bombas

En lo que va de siglo XXI, la Rusia de Putin no ha tenido que utilizar ni balas, ni bombas, ni misiles, ni siquiera gas mostaza para humillar a occidente. Y sobre todo, a su eterno rival. Le ha bastado ganar la partida diplomática y geopolítica en el terreno que más le duele a la patria de las estrellas, el espionaje y los ciberataques en la red.

El depauperado impero caucásico, liderado hoy con mano de hierro por el mayor autócrata del orbe, ha conseguido poner en jaque incluso a la vetusta Europa, a la que ha metido el miedo en el cuerpo y no sabe cómo defenderse.

Es cierto que la delicada y bochornosa realidad que vive occidente no se hubiera propiciado de no emerger Donald Trump, el mayor ejemplo de populismo en la primera potencia del mundo a quien la mitad de su propio pueblo odia y sus servicios de inteligencia le niegan ahora información. Con tan solo un mes de mandato, cada vez son mayores los ejemplos de su peligrosa incompetencia y las pruebas (mejor que el anglicismo evidencia) de haberse entregado al enemigo cual caballo de Troya para ganar las elecciones.

Aunque todavía es pronto para elucubrar, el empresario de Nueva York comienza a estar bajo la sombra del impeachment  o procesamiento por el que fueron juzgados dos presidentes americanos -Andrew Johnson y Bill Clinton-, aunque absueltos y forzó la dimisión de  Richard Nixon para evitar el proceso de destitución.

Peligroso culebrón

Los servicios de inteligencia –CIA, NSA- a los que Trump pretende depurar ahora colocando en su cúpula a otro multimillonario de confianza –Stephen A. Feinberg-, acaban de ratificar el ciberespionaje de las pasadas las elecciones, concluyendo que el Kremlin espió y maniobró para denigrar a la candidata demócrata, Hillary Clinton, y favorecer la llegada de Trump a la Casa Blanca.

Las llamadas entre Michael Flynn, el dimitido consejero de seguridad nacional, y el embajador ruso en Washington no se habrían conocido de no haber sido grabadas de manera rutinaria, constatando los presuntos contactos entre el equipo de Trump y los espías rusos al servicio del mandatario del Kremlin y ex agende del KGB.

La red ¿arma de destrucción masiva?

Se acabaron las partidas de ajedrez ganadas a tablero abierto. Las cloacas de la red de redes universal ya permiten inocular venenos para destruir a enemigos internos (Litvinenko) o foráneos (EE.UU), posibilitando la destrucción de personas, empresas y hasta Estados. Basta utilizar el submundo de Internet  con minúsculos ejércitos  de algoritmos para pulverizar al enemigo.

El experto Jesús Abraham Fernández se preguntaba recientemente si estos elementos capaces de guiar los buscadores y sistemas de navegación son realmente las nuevas armas de construcción masiva. Su teoría es que esta secuencia de instrucciones computacionales para solucionar problemas ha servido también para impulsar los populismos, el brexit  y las maldades de Putin y Trump. Lo que se conoce como el Big Data sirve no solo para crear campañas comerciales o conocer los gustos de los consumidores, también para encontrar tendencias ideológicas en diversos estratos sociales y preparar campañas de información… o intoxicación a nivel planetario..

Una vez más, el espionaje ruso ha tomado la delantera a lo que queda de occidente. Tan solo le ha bastado utilizar su propia revolución informática y sus redes o cañerías –Google, Facebook, Twitter, Netflix, Instagran…- para ganar varias batallas sin derramar una sola gota de sangre.

Bastante muertos  o encarcelados ha ido dejando atrás el inquilino del Kremlin además de la periodista Politkóvskaya, el ex espía Litvinenko, los magnates Berezovsky, Jodorkovski, el abogado Magnitsky, las punkies Pussy Riot o el bloguero anticorrupción Alexéi Navalni, muchos de los cuales no lo pueden contar.

La gran pregunta, es si después de estos daños directos y colaterales, entre todos permitiremos que gane la guerra.